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ID-10099022

Los conflictos que surgen dentro de las familias son más graves cuando alguno de los miembros de la familia padece una enfermedad mental. En estos casos, suele decirse que la persona que padece una enfermedad mental está en una situación de dependencia y de subordinación respecto de su familia; por ello, tradicionalmente ha sido excluido de la mediación. Recordemos que un principio básico de la mediación es la autonomía de la voluntad de las partes y, derivado de ello, la voluntariedad del proceso y la capacidad para poder ser protagonista del mis
mo. Suele considerarse que no hay igualdad entre el enfermo mental y sus familiares sanos y, por ello, se ha excluido de la mediación. En estos casos, se dice que no habría igualdad entre las partes y que el mediador vería comprometida su imparcialidad y neutralidad.

Sin embargo, nosotros creemos que sería muy útil introducir el proceso de mediación en los conflictos que se dan entre los enfermos mentales y su familia. Creemos que padecer una enfermedad mental no necesariamente te invalida para poder ser protagonista de un proceso en el que se van a tomar medidas que afectan a aspectos básicos de tu vida.

Así pues, el objetivo de este trabajo es analizar la viabilidad de la mediación cuando alguna de las partes involucradas en el proceso padece una enfermedad mental.

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